Teje que teje

Recuerdo mis inviernos de pequeña, en nuestra casa de fin de semana.
Inmensos ventanales rodeados de galerias y plantas. Afuera, mucho frio.
El jardín con sus tonos otoñales, en ocres, marrones y tierras.
El living lleno de gente, hermanos, padre, abuelas, primos, amigos y amigos de amigos.
En la mesa baja, mi cuñada y una de mis hermanas jugando al burako, a veces yo participaba, a veces no.
En uno de los sillones, mi hermano tirado viendo carreras de TC.
En el otro sillon, seguramente mi abuela y alguien más, tejiendo.
De espaldas a la chimenea, mi padre en su sillon, leyendo el diario.
Y yo, observando el fuego de la enorme chimenea que nos separaba del comedor.
A veces le pedía a ma papá una hoja del diario para poder hacer chispitas con el fuego.
Ahí aprendí a tejer, recuerdo que me enseñaron.
Yo quería hacer lo que hacían los demas!
Me tejía bufandas para el colegio, con punto santa clara.
Ayudaba a mis hermanas a armar ovillos...
Pero esos inviernos fueron quedando lejanos.
La costumbre se fue prediendo y con el tiempo cada uno ocupó sus fines de semana de otro modo.
Se ve que me agarró nostalgia de invierno frente al hogar!
Mi hermana intentó re enseñarme, pero a la distancia es defícil.
Ayer compre varias lanas y algunas agujas.
Hoy tome mi primera clase de tejido.
Emepecé por el principio.
Aprendí a hacer el elástico!
Quiero recuperar el hábito.
Ese que tenían mis abuelas...
Teje que teje, para los seres queridos.